Mientras el mundo repudia y se conmueve por el atentado de Charlie Hebdo, Nigeria es víctima de una masacre diaria a manos del grupo terrorista Boko Haram
María G. González, María V. Mier y Andrea Tineo
El 7 de enero de 2015 fueron asesinadas doce personas ─10 periodistas y 2 policías─ por un atentado con fusiles automáticos en la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo. Este ataque se convirtió en el atentado terrorista más mortífero de toda la historia de Francia, inclusive supera las bombas de la estación Saint-Michel en 1995 y la del RER B Port Royal en 1996 y despertó la indignación, apoyo y solidaridad internacional.
Al tiempo que ocurría el atentado en Francia, en el norte de Nigeria un ejército de extremistas islámicos ─llamado Boko Haram─ arrasó con el pueblo de Bagá y mató a unas 2 mil personas, en su mayoría niños y mujeres que no pudieron huir. Durante la misma semana, ataron explosivos al cuerpo de una niña de 10 años y la enviaron al mercado principal de la ciudad; a pesar de que los guardias y el detector de metales la detuvieron, la bomba detonó y mató a 19 personas.
En el caso de Charlie Hebdo se hizo una campaña mundial para repudiar y protestar por el ataque terrorista, pero el alcance de la masacre en Nigeria no parece haber despertado interés periodístico ni conmoción en el mundo. ¿Vale más una vida parisina que una nigeriana?
Los ataques de Boko Haram han dejado un saldo de más de 5000 personas fallecidas, según cifras del Congressional Research Service, pero ¿qué hay detrás de este grupo nigeriano que ha tomado fuerza a la sombra de la mirada mundial?
Occidente ignora a Boko Haram
Boko Haram nace en 2002 en la localidad de Maiduguri, en el Estado de Borno. Al principio estuvo liderado por Ustaz Mohammed Yusuf, militante y líder del mismo hasta julio de 2009. En 2004 la sede fue trasladada a Kanamma, en el estado de Yobe, donde se constituyó una central operativa denominada «Afghanistan«, la cual sirvió para atacar y realizar atentados contra las fuerzas policiales nigerianas. Actualmente es liderado por Abubakar Shekau, el objetivo del grupo en franca relación con Al Qaeda es la constitución del Estado Islámico mediante la imposición de la sharia –código detallado de conducta musulmana que incluye normas relativas a modos de culto y criterios de vida- en el sur de Nigeria, zona donde convive 40% de la población cristiana del país.
El ejército nigeriano encargado de neutralizar a los insurgentes se nutre de la Fuerza Africana de Reserva (FAR), un organismo dotado de capacidades militares y civiles que nace en 2004 a partir de la Unión Africana (UA). Entre sus propósitos se encuentra activar y desarrollar misiones de paz, realizar despliegues preventivos e intervenir en situaciones críticas que atenten contra los derechos humanos. Desde el momento de su creación, la FAR se organiza en cinco brigadas regionales: SADCBRIG (para África Asutral), EASBRIG (para África Oriental), NASBRIG (para el Norte de África), ECOBRIG (para África Occidental) y ECCASBRIG (para África Central).
A pesar de que para 2015 se esperaba que la FAR fuera capaz de movilizar un contingente total de entre 25mil a 32mil efectivos militares, hoy la realidad es otra. Las causas responden a la dificultad de los estados africanos de unificar criterios e intereses en cuanto a la paz de la región, falta de liderazgo subregional en las brigadas y falta de presupuesto, a pesar de que países como Argelia, Libia, Egipto, Gabón, Congo, Angola y Nigeria son estados que cuentan con una de las reservas más grandes de petróleo del mundo.
Por la relación económica y política de la Unión Europea (UE) con la UA, la FAR recibe apoyo financiero y humano de países como Francia y Reino Unido, estados que también forman parte de la coalición antiyihadista promovida por EEUU e integrada por Alemania, Italia, Holanda, España, Portugal, Turquía, Bahrein, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Arabia Saudita.
El politólogo y sociólogo chileno, Fernando Mires, considera que “desde que Obama propuso la gran coalición internacional en la cual forman líneas casi todos los países europeos, lo hizo en contra de un enemigo muy definido. Ese enemigo es ISIS más las organizaciones terroristas que lo secundan. No hay como equivocarse”.
A pesar de los esfuerzos, el mapa de Nigeria aparece hoy salpicado de zonas en las que opera Boko Haram sin el control de una fuerza armada nacional que establezca una ofensiva militar efectiva ante los insurgentes, ya que desde su establecimiento el gobierno ha visto a los rebeldes como un movimiento terrorista al margen de las relaciones internacionales del país y del débil patrón de alternabilidad cristiano-musulmán.
Según el centro de análisis Chatham House, de los 2.000 millones de dólares (1.600 millones de euros) del presupuesto de las Fuerzas Armadas, sólo 100 alimentan el despliegue en el noreste. “Esa región, casi dos veces Bélgica (unos 60.000 kilométros cuadrados), es un área muy difícil”, dice el nigeriano Max Siollum, experto en historia militar para El país. “Es una experiencia nueva para los soldados; no están entrenados para esto aunque hayan participado en misiones de paz en África”, dice refiriéndose a las de Liberia o Sudán.
En una carta abierta a todos los nigerianos escrita por el coronel retirado Abubakar Umar, se lee: “tenemos que aceptar que la escalada de violencia que se está produciendo en el noroeste ha evolucionado y que es una guerra contra Nigeria. Los insurgentes tienen la intención de utilizar las localidades que controlan en esa región como punto de partida para invadir y conquistar el resto del país y probablemente la subregión de África Occidental”, afirmaba.
Antes de #JeSuisCharlie
El grupo terrorista Boko Haram saltó a la palestra pública el 14 de abril del 2014 al secuestrar a 276 niñas de una escuela en la población de Chibok, al noreste de Nigeria por el hecho de que estas recibían educación no islámica. Este acto no fue el primer secuestro de la célula terrorista, pero sí fue el más destacado por los medios, inclusive se creó la etiqueta #BringBackOurGirls ─devuelvan a nuestras chicas─ como campaña en Twitter.
Luego de diez meses del suceso, 219 niñas de entre 16 y 18 años de edad siguen desaparecidas, y fueronsegún el líder del grupo, Abubakar Shekau vendidas como esclavas o forzadas a convertirse al islam y casarse con sus perpetuadores.
Después de ese episodio, Boko Haram secuestró en diciembre a aproximadamente 200 mujeres y niñas en la población de Gumsuri (noreste del país), luego de matar a 33 personas.
La corrupción institucionalizada
Nigeria ocupa el puesto 136 del Índice de percepción de la corrupción (IPC) que publica la Organización de Transparencia Internacional, el primer lugar le pertenece a Noruega, el país que tiene menos percepción corrupción y el puesto 174 es Corea del Norte, el más corrupto.
La nación africana es el principal productor de petróleo en el continente. El combustible fósil y sus derivados ocupan 90% de sus exportaciones, pero su renta petrolera se ve mermada por el alto índice de corrupción y el dinero no llega a sus ciudadanos.
La analista del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, Sarah Chayes considera que gracias a la falta de credibilidad hacia el gobierno y el abuso de los cuerpos de defensa han generado que Boko Haram además de implementar un estado islámico, tenga otras razones para sustentar sus propósitos.
En febrero, el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan acusó al gobernador del banco central, porque estaba investigando la desaparición de unos 20 mil millones de dólares en ingresos petroleros durante apenas 18 meses. Se cree que Jonathan y su red han desviado la mayor parte del dinero en efectivo, con ayuda de bancos locales e internacionales.
En Nigeria, el soborno a los superiores está a la orden del día. Las personas sienten que no pueden llegar a un acuerdo justo», dijo Muhammad Tabiu, un abogado en la ciudad norteña de Kano. «Ellos tienen que sobornar. Ellos no pueden obtener justicia”. De allí que muchos nigerianos describan a Boko Haram ─al menos al principio, o en parte─ como una reacción violenta al abuso generalizado del gobierno. «En principio era el grito de la justicia», explica Yanusa Zakari Ya’u, director de una organización no gubernamental dedicada a la transparencia presupuestaria. Boko Haram se hizo popular porque estaba ofreciendo lo que parecía una visión alternativa.
La masacre y el abuso de la fuerza
El 16 de abril del 2013 fue atacada por primera vez la ciudad de Baga cercana a la republica de Chad. En esa oportunidad, el gobierno de Nigeria acusó a Boko Haram del asesinato de 183 personas y de la destrucción de más de 2000 viviendas. Pero fue el ejército nigeriano quien realizó una redada en venganza de un militar que había sido asesinado por el grupo terrorista y se desquitaron con el pueblo en donde murieron civiles, incluyendo niños.
Testigos que presenciaron los hechos aseguraron a Human Right Watch que el ejército quemó las casas de la localidad y dispararon contra los pobladores que trataban de escapar. Las imágenes satelitales analizadas por la organización señalan que el daño en el pueblo solo puedo haberse producido por artillería pesada y no por artefactos explosivos artesanales, lo que implica que los autores de los hechos fueron los militares. (lea el informe completo)
Sin contar lo ocurrido en Baga, los ataques de Boko Haram ya registraban un aumento desde que GoodLuck Jonathan declaró estado de emergencia en el noreste de ese país en 2013. Para el momento, el mandatario declaró que la medida supondría “acciones extraordinarias para luchar en contra de los insurgentes en pro de restaurar la normalidad”. De la misma manera, el general Olajide Laleye declaró en una rueda de prensa que la FAR en Nigeria estaba haciendo todo lo posible para detener la insurgencia. “Prosiguen las operaciones de contrainsurgencia a larga escala, así como también otras operaciones con ayuda de la sociedad civil y la presión de prácticamente todos los estados de la federación”.
Las autoridades de la nación africana ante las cifras expuestas por los medios dijeron que eran exageradas. El presidente Goodluck Jonathan ordenó una investigación de los hechos, que arrojó que fue un enfrentamiento entre Boko Haram y el ejército y dejó un saldo de 30 bajas terroristas, seis civiles y un militar.
Enero sangriento
Boko Haram arremetió con las ciudades de Baga y Doron Baga situadas al noreste de Nigeria entre los días 2 y 7 de enero. Destruyeron 3700 construcciones, según Amnistía Internacional (AI), entre ellas viviendas, hospitales y escuelas. Las imágenes satelitales presentadas por AI reflejan la destrucción de las dos localidades.
Según el especialista de Council on Foreign Relations, John Campbell, en los dos ataques se registraron 2000 muertes. El último día de los ataques se registró en Francia el atentado al semanario humorístico Charlie Hebbo en el que murieron 12 personas.
¿Por qué #YoSoyCharlie y no #YoSoyBaga?
Hay muchas razones para explicar por qué los ataques de Francia han recibido más atención que los de Nigeria.
En principio, las propias autoridades nigerianas han lamentado los hechos de terrorismo en Francia, pero no han asumido ni comentado sobre las masacres en su país. Incluso, los medios han criticado que el fin de semana del ataque en Baga, el presidente celebró la boda de su sobrina y no hizo mención a la crisis que se está viviendo.
El analista de medios y director del Center for Civic Media, Ethan Zuckerman considera que el silencio del presidente de Nigeria se debe a que el conflicto con Boko Haram ha estallado durante su gestión y el gobierno no ha sido capaz de someter al grupo terrorista.
El analista de terrorismo, Max Abrahams expresó por Twitter su preocupación porque la mayor masacre de Boko Haram no haya recibido casi ninguna cobertura de los medios. Por otra parte, Simon Allison, corresponsal africano del Daily Maverick reconoce la dificultad para informar en la zona, puesto que el periodista más cercano se encuentra a cientos de kilómetros y además asegura que “Boko Haram controla efectivamente el estado de Borno en su totalidad. Estos no son sólo los terroristas: se están convirtiendo en un estado de facto”. Argumenta también que a pesar de encontrarnos en pleno siglo XXI, las vidas africanas se consideran de menor valor interés periodístico, y en consecuencia, de menor valor que las occidentales.
Paris es una ciudad global y altamente conectada, mientras que Baga es una ciudad peligrosa y aislada. Boko Haram ha intervenido las comunicaciones y eso ha promovido la ausencia de material fotográfico, videos e información en tiempo real de los ataques.
Por lo general, el público tiende a leer sobre países como Nigeria sólo cuando están en crisis de un ataque terrorista o de epidemias como el Ébola. A pesar de la magnitud escandalosa de los ataques en Baga, la historia puede parecer irrelevante porque se han asumido como hechos comunes, mientras que el episodio de Francia luce impactante, raro e intempestivo.
Para los países desarrollados es muy difícil acceder a los detalles de los ataques, por lo que se hace más complicado sentir empatía por la situación y sus afectados. Además, la escasez de noticias de impacto africanas imposibilitan imaginar el estado de la crisis.
Un estudio realizado en abril de 2014 sugiere que los medios de comunicación publican de tres a diez veces más historias sobre Francia que sobre Nigeria. Esta disparidad es sorprendente ya que la población de Nigeria ─estimada en 173 millones de dólares─ es casi tres veces el tamaño de la población de Francia ─66 millones─.
Más que terrorismo
La mayoría de las víctimas del terrorismo islámico son musulmanes: entre 82 y 97%, según un estudio de US National Counterterrorism Center.
Los extremistas islámicos están en guerra con otros musulmanes, pero la fuente del terror no es una religión de 1,6 millones de personas, pero sí la existencia de un grupo que quiere tomar la justicia por sus propias manos en ofrenda y con el argumento del mandato de Alá.
Es justo repudiar los muertos de París, pero es necesario entender la gravedad de la crisis en Baga. Las sociedades occidentales no tienen fácil acceso a los detalles de las masacres y otros eventos en África, pero ese no es motivo para menospreciar las muertes que se producen a diario en el continente.
La respuesta probable a la lucha contra Boko Haram está en aumentar la cooperación militar internacional. Desafortunadamente, Camerún, Chad y Níger ─los países más directamente amenazados por Boko Haram─ han retirado recientemente tropas de la región. Chad, por ejemplo, ya ha visto más de 7.000 refugiados de Baga que buscan refugio al otro lado de la frontera.
Nigeria sigue sin una respuesta fácil al conflicto o un punto ideológico para manejar las masacres, pero la respuesta más inmediata ha sido un triste silencio.
Ante este panorama y con las elecciones generales en febrero de 2015, el país tiene dos opciones: elegir un gobierno que le haga frente a la situación o continuar posponiendo una guerra civil que podría avecinarse.